Hoy
más que nunca resulta imprescindible aprender el idioma inglés. Cada
día se emplea más en casi todas las áreas del conocimiento y desarrollo
humanos. Prácticamente puede afirmarse que se trata de la lengua del
mundo actual.
Es, en la era de la globalización, la gran lengua internacional, una
“lingua franca” que ha repercutido en todos los países no-anglosajones,
incluida España, y que afecta más o menos directamente a los diversos
campos y profesiones. Su posesión ya no puede tratarse como un lujo,
sino que es una necesidad evidente. Es más, incluso se dice ya que quien
no domine esa lengua estaría en una clara situación de desventaja:
sería como si fuese mudo o medio analfabeto. Y sobran las razones para
decirlo. En primer lugar, se trata
de la herramienta que permite la comunicación con personas de otros
países, dentro del mundo globalizado en que vivimos. Es indiscutible: el
inglés se ha convertido en el idioma global de comunicación por
excelencia, uno de los de mayor uso en el mundo. Es idioma oficial, o tiene un status especial, en unos 75 territorios en todo el mundo.
Estimaciones
recientes sugieren que unos 402 millones de personas lo hablan como su
primer idioma, así como es utilizado en la actualidad por más de 1.000
millones de hablantes no nativos. Y este número seguirá creciendo al
menos hasta 2015, año en el que, por otra parte, unos 2.000 millones de
personas en el mundo lo podrían estar aprendiendo, según concluye un
reciente informe del British Council. De cualquier manera, dentro de
poco más de una década lo hablarán tres mil millones de personas, es
decir, la mitad de la humanidad. Las consecuencias del avance de esta
marea lingüística son inconmensurables. Dentro de pocas generaciones y
por primera vez en la historia del “homo sapiens”, la mayor parte de
nuestra especie será capaz de comunicarse en una sola lengua.
La lengua
inglesa es de las más fáciles de todas para aprenderla. Ésta es una de
las razones por las cuales prevaleció en los Estados Unidos. Los
descendientes de los alemanes, por ejemplo, eran bastante más numerosos
en la época del nacimiento de esta nación; sin embargo, fue el inglés el
que finalmente venció.
Por consenso
mundial, el inglés ha sido elegido como el idioma de la comunicación
internacional. Es la lengua de la diplomacia, en un mundo “global” en el
que las relaciones entre países son cada vez de mayor importancia. Su
conocimiento es requisito obligatorio para trabajar en las instituciones
supragubernamentales, por ejemplo. Ese “status” de lenguage global le
ha sido conferido gracias al dominio político, económico y militar
ejercido, principalmente durante los dos últimos siglos, por los EE. UU.
En el campo
económico, la industria, los negocios, el comercio internacional, todo
el universo productivo se escribe, se habla y se lee en inglés. Las
principales aerolíneas, por ejemplo, lo han adoptado como idioma
oficial. Si conoce dicho idioma, a cualquier trabajador se le abrirán
prácticamente todas las puertas en el mundo laboral y la mejora de
oportunidades, desde un empleo con salario medio hasta los más altos
niveles ejecutivos.
Para explicar
esta gran importancia del inglés en la actualidad, otra importantísima
razón es la superioridad científica de los Estados Unidos y Gran Bretaña
en el siglo XX, con importantes descubrimientos y avances tecnológicos.
Este siglo trajo consigo avances en la ciencia y tecnología
inimaginables para la mayoría: el automóvil, el avión, la radio, la
televisión, el radar, los ordenadores y los cohetes entre otros.
Hoy en día,
cualquier investigador o profesional que quiera estar al día o acceder a
libros especializados necesita irremediablemente saber inglés para
estar informado de los rápidos avances que están teniendo lugar en su
área de conocimiento. Y ello es así porque el 75% de la bibliografía
científica está en inglés. Este hecho también abarca a otros contenidos
proporcionados por los distintos medios informativos existentes
(televisión, radio, periódicos, vídeos, películas…).
Por otro
lado, dado el rápido avance de la tecnología en todos los campos, llegan
constantemente a las empresas nuevos equipos, aparatos e instrumentos
cuyas instrucciones –ya sea de montaje, uso funcionamiento,
mantenimiento y limpieza- suelen venir mayormente en inglés. El
conocimiento de la lengua de Shakespeare en estos casos es muy útil y
rentable.
El inglés es
la lengua de las telecomunicaciones (con el 80% de la información
almacenada electrónicamente). Del total estimado de 40 millones de
usuarios de Internet, un 80% se comunica actualmente en este idioma. La
mayoría de los sitios se encuentran editados en inglés. Además, el
porcentaje de usuarios de la red que no son hablantes nativos del inglés
está incrementándose rápidamente, especialmente en Asia.
Por esta y
otras razones, ha habido una rapidísima proliferación de Escuelas
Oficiales de Idiomas por no mencionar el gran número de academias
privadas creadas- donde más del 80% de los alumnos matriculados estudian
inglés. Y cada año se conceden numerosas becas al alumnado para el
aprendizaje y reciclaje en el extranjero. Además, habría que mencionar
también todos los viajes e intercambios que se organizan a Gran Bretaña,
los Estados Unidos y Canadá, principalmente, tanto por iniciativa
estatal como privada, para la realización de cursos de
perfeccionamiento. Evidentemente, todo este despliegue no es producto de
la casualidad, sino una clara muestra de la innegable importancia del
inglés.
Así pues, su
dominio se ha convertido en una necesidad cada vez más apremiante. Se
trata, en definitiva, de una lengua que todos, nos guste o no, hemos de
aceptar. ¡Y nunca es tarde para aprenderla!
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